Los pilares del bienestar social



La educación y la sanidad, además de la atención a los más necesitados y las pensiones, son los pilares básicos del bienestarsocial, una aspiración que precisa de una sociedad libre, justa y solidaria, fundada en el principio de igualdad para todas las personas, que garantice una serie de derechos universales, y de la que, si nos atenemos a la teoría, disfrutamos en la Comunidad Autónoma canaria. Sin embargo, la práctica nos lleva a otras conclusiones y, una vez más, evidencia las diferencias territoriales dentro de nuestra región.

Los pilares del bienestar social se asientan sobre servicios y programas que redunden en la mejora de la calidad de vida como los que abundan en La Gomera, una isla en la que el Cabildo destaca por su cercanía y por el marcado carácter social, pues nuestras políticas sociales nos han convertido en un territorio pionero no sólo dentro de Canarias, sino también en el conjunto nacional.

El objetivo principal del Cabildo gomero ha sido siempre la mejora de la calidad de vida de los vecinos y las vecinas de la Isla, de ahí acciones tan importantes como las políticas de empleo, con las que se contribuye a reducir las tasas de paro de la Isla, o los programas específicos para mayores, no sólo en lo que a residencias y centros de acogida se refiere, sino también en todo lo relacionado con el ocio y el entretenimiento.

La inclusión social y cultural, así como la igualdad entre sexos, deben servir de base para el desarrollo de los demás derechos sociales: la cultura, el deporte, la participación social; garantizando así el compromiso de las personas con la propia sociedad. Y en La Gomera lo tenemos claro como demuestran los programas para favorecer la integración de colectivos como los discapacitados; iniciativas pioneras como el carné de conducir gratis para mujeres desempleadas, a fin de ayudarlas a encontrar empleo, o las ayudas a la emigración, con acciones ya puestas en práctica como el envío de medicinas directamente a los hogares de los más necesitados, que también encuentran su equivalencia a nivel insular, puesto que la Institución gomera intenta contrarrestar las desventajas de un sistema sanitario canario colapsado, lento y con escasez de especialistas, además de la necesidad de estimular a los actuales profesionales.

Pero si en algún ejemplo debemos detenernos es en nuestra apuesta decidida por una educación universal y gratuita - ahí está el programa de gratuidad de los libros de texto para todos los alumnos de enseñanza obligatoria, que venimos desarrollando desde hace ya diez años y ha sido ejemplo para otras administraciones, las becas al estudio o los convenios con las principales universidades canarias y la Universidad a Distancia, para favorecer la formación de nuestros jóvenes -.

La situación es bien distinta en el conjunto del Archipiélago, donde es en este curso cuando de una forma tímida el Gobierno empieza a implantar las subvenciones para los libros de texto y donde, además, asistimos a un duro enfrentamiento con los profesores no universitarios de la enseñanza pública, que de manera justa reclaman su homologación retributiva con el resto de los funcionarios del Ejecutivo regional.

¿Por qué nos empeñamos en pagar menos a un colectivo en cuyas manos está un pilar tan importante como la educación y la formación de las generaciones del futuro? Pocas son las explicaciones lógicas con las que se ha respondido a esta cuestión, que ha derivado en un intenso proceso de movilización de todas las organizaciones sindicales, respaldadas nada menos que 25.000 docentes de toda Canarias. E igual de trascendente es el descontento que aúna a los trabajadores del Servicio Canario de Salud, que han realizado y no descartan nuevos paros.

Ya se ha anunciado la presentación de alguna iniciativa que permitirá al Pleno del Cabildo de La Gomera pronunciarse sobre estas cuestiones y, con toda probabilidad, rechazar la discriminación retributiva de los docentes, igual que se ha respaldado a los trabajadores sanitarios. La Isla colombina siempre ha estado y estará de la mano del progreso, para el que los niños y los jóvenes resulta una condición sine que non. Apostar por Canarias es apostar por su gente y sus profesionales, sin necesidad de cerrar las puertas a lo que venga de fuera ni escatimar los recursos para la formación; debemos hacerlo desde la buena preparación de las nuevas generaciones y construyendo una base sólida que permita avanzar y garantizar el futuro.

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